¡Talento!

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Capítulo I

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En la escuela Roosevelt de artes en Nueva York, un grupo de adolescentes se sientan cerca de la fuente gigantesca, con un delfín gigante de mármol en el centro.

 El primero es William Falls, un estudiante de tercer semestre, con ojos café oscuro, cabello negro, alto y con piel morena, de ascendencia latina, el inicia una conversación con sus otros tres amigos, los cuales iremos conociendo al pasar esta narración.

-       Chicos, ya notaron a esa chica- exclamó señalando sutilmente a una muchacha castaña y de ojos café desorbitados.

-       ¡Si!, escuché que acaba de llegar porque su padre murió- contestó la más baja de los cuatro.

-       Hay que hablar con ella, me da un poco de lastima, nadie ha hablado con ella desde que llegó- dijo William con una mano en el bolsillo.

-       Ok, vamos- contestó un muchacho de estatura baja, cabello negro, ojos café y piel blanca.

 Los cuatros se dirigieron donde la muchacha con pinta de loca yacía. La primera era Hayley S. Pierce. Una muchacha con cabello negro, baja estatura, ojos café oscuro y piel morena, también de ascendencia latina.

 El nombre del chico que los acompañaba es Went Field. El nombre de la cuarta persona es Hikari Yagami, una muchacha   de ojos rasgados y café, piel blanca, estatura media y de ascendencia japonesa.

 Cuando los cuatro se acercaron a la chica cuyo nombre es Luisa Landerson ella se encontraba hablando sola.

 La primera en tomar valor fue Hikari la cual le cuestionó.

-       ¡Hola!- dijo entusiasta- ¿cómo te llamas?

-       Luisa Landerson- respondió con afán de seguir mirando a los ojos a Hikari.

-       Hola, yo soy Hikari, ellos son William, Hayley y Went.

-       ¿Qué hacen hablándome?- preguntó Luisa con azoro, ya que nadie se tomaba la molestia de dirigirse a ella.

-       ¿Qué es ilegal?- cuestionó en broma Hayley.

-       Debería- se retiró sin despedirse de ellos.

 Se miraron entre sí con una sorpresa inexpresable. Después de unas señales sólo legibles para ellos escucharon la campana que advertía su separación en otra hora y media.

 El plan de esa escuela se dividía en los siguientes rangos; los tramoyistas (luces, escenografías, mezclas y todo lo que tenía que ver con mantenimiento). Luego los literatas (escritores, poetas, compositores). Procedidos por los de la vida glamurosa (actores, artistas, cantantes, bailarines).

 William y Hayley estaban en la ultima, William era un artista con talento para el teatro musical, y que mejor lugar que Nueva York para esta locura. Mientras que Hayley era una actriz nata que obtenía la mayoría de los papeles.

 Hikari tenía pasión por la escritura, llevaba un libro publicado, el cual se convirtió en un best-seller.

 Por el otro lado de la moneda el pobre Went no tenía nada interesante en su vida, siempre quiso ser cantante, pero una operación le arruinó su voz.

 Los cuatro eran muy buenos amigos pero entre ellos había ciertas cuestiones que nadie en esa escuela podía descifrar aunque lo intentará.

 En el salón menos amplio de la academia llego William a sentarse en un lugar ya reservado. Ese salón era el de canto, al lado de William estaban, como siempre, Taylor Christian y Cynthia Rose.

 Las dos impresionantes cantantes, sólo que Taylor amaba el escenario cantando y Cynthia la ópera. Taylor no le quitaba los ojos de encima a Bryan Sundance, un muchacho apuesto, que de ojos azules, cabello rubio oscuro y piel blanca. Para la desgracia de Taylor, Bryan tenía novia, la cual la odiaba por razones obvias.

 Cynthia y William compartían sus sueños, ambos esperaban llegar a Broadway algún día por esa razón se habían ganado una beca completa.

En una de sus pláticas, los tres chicos se asustaron por una razón, la puerta de entrada fue golpeada ferozmente por Luisa Landerson.

 No tenían idea del porqué del comportamiento de Luisa, pero no les importó mucho ya que siguieron hablando hasta que la señorita Francis llegó.

 Como se sabe en toda historia hay una rubia maldita, y esta no es la excepción. Andy Smythe era la típica chica que mas que por su talento llegó a esa escuela por una madre muy rica y poderosa, la dueña de empresas Smythe un negocio prospero en el mercado. Andy estaba acostumbrada a que su voz era la que se escuchaba siempre, pero eso iba a cambiar.

-       Buen día clase, empezaremos con “Somewhere” de West Side Story, ¿quién empieza?- preguntó la maestra entusiasmada.

-       Yo- se escuchó una voz en el fondo del salón.

 Todos voltearon y era Luisa.

-       Muy bien, empieza- la maestra le dio la palabra.

  Luisa cantó entusiasmada, con una voz impresionante, una voz que la gente pagaría por escuchar. En el frente la cara de Andy hervía de coraje, ya que ella siempre se quedaba con los solos de West Side Story. Luisa no lo sabía pero se había ganado un enemigo muy fuerte.

 En el auditorio, Hayley empezaba a calentar, de repente sintió que alguien la estaba mirando, se giró y descubrió que era una chica nueva.  

-       ¡Hola!, soy Leah Carter- exclamó emocionada- soy aspirante a actriz y tu mayor fan.

-       Gracias pero realmente sólo he hecho dos obras de teatro.

-       Lo sé me encantó tu actuación en Romeo y Julieta, pero fue mejor Al  corazón no se le manda. ¿Estaría bien si quedáramos para almorzar o algo?

-       Si- contestó un poco abrumada- te daré mi número.

 Cuando veía la mirada de Leah no era cualquier mirada, era una mirada de fuerte admiración. Por lo cual Hayley se sentía alagada.

 En el salón de literatura Hikari no dejaba de pensar en Luisa, parecía una chica muy enigmática, sabía que su objetivo era dirigirle la palabra a finales de ese día.

 El profesor Raymond tenía ese toque que hacía que su clase nunca fuera aburrida, para lo cual usaba de modelo a sus dos orgullos de la literatura Hikari e Isabella.

 La ultima era una chica perfeccionista, apasionada, pero sobre todo organizada. Era castaña, de ojos avellana y rasgados, de estatura media, piel blanca y estos lentes que la hacían parecer intelectual.

 Hikari jugaba una batalla a muerte con esta chica todos los días ya que eran iguales, creativas, esa es la palabra.

-       Hikari, ya mandaste tu escrito a la competencia, será en unos días, no puedo creer que no participes- dijo Isabella con tono hipócrita.

-       Ya lo mande, en realidad deberías cuidar tu boca porque todos saben que tu toque se esta acabando- se fue sin dejarla defenderse.

 Cerca de la sala de lo que llamaban “Apoyo”, Went estaba al lado de la puerta principal, esperando a Karen para poder empezar, ella era una diseñadora muy talentosa.

 Viendo que al parecer Karen no aparecería Went buscó otro compañero, bingo, pensó. El chico nuevo le ayudaría, nadie le habla a los nuevos.

 Sigilosamente se dirigió al muchacho nuevo.

-       Hola, soy Went- dijo un poco avergonzado.

-       Hola- dijo sin interés- soy Adam.

-       Oye, mi compañera no vino y necesito a alguien, ¿qué tal si nos juntamos para el trabajo?- preguntó sin vergüenza.

-       Está bien.

 Toda la clase no paró de ver a Adam, el cual era alto, ojos avellana, cabello café y piel morena clara. Went lo admiraba como un indigente a un pan caliente. Adam parecía no notarlo lo cual permitía que Went siguiera aprovechándose del pobre Adam.

 En el dormitorio de las chicas Hikari estaba decidida a hablar con Luisa, así que tocó su puerta y esperó que esta se abriera.

 Pocos segundos después salió Luisa, con pijama, sabía que era hora de dormir. Le indicó a Hikari que pasara, la cual accedió rápidamente.

-       ¿Vives sola?- cuestionó para sacar platica.

-       Si, no encontré compañera- respondió sin ánimo.

-       ¿Y…, qué te gusta?

-       Me gusta, bueno es raro, el anime- dijo un poco avergonzada.

-       En serio, a mi también- exclamó emocionada.

 Las dos chicas se pasaron platicando de anime por casi una hora, cuando por accidente Hikari miró el reloj se dio cuenta de que se tendría que ir al fin.

-       Lo siento pero me matarán sino llegó a mi dormitorio, adiós.

-       Adiós- dijo triste.

 Antes de que saliera la tomó por el brazo y la besó, pero no un casto beso en la mejilla, uno pecaminoso en los labios. En la penumbra de la noche una sombra se movía veloz sin que las chicas se dieran cuenta. Hikari al no saber que hacer corrió lo más rápido que pudo y salió de su piso.